Setiembre, 2021. – Mostrando su capacidad de superar circunstancias difíciles, la Asociación de Mujeres Charapi, ubicada en la comunidad Kandozi de Musa Karusha -provincia del Datem del Marañón-, liderada por Balbina Sundi Akumbari; viene trabajando en el recojo, conservación y repoblamiento de los huevos de taricayas con el acompañamiento de Profonanpe, el fondo ambiental del Perú, a través del Proyecto Humedales del Datem.
En 2004, Balbina inició este trabajo de forma voluntaria con fines medioambientales y, hoy en día, convertido en un bionegocio, ha logrado involucrar a una veintena de mujeres del pueblo Kandozi, quienes obtienen ingresos de los huevos y de la venta de las tortugas bebés para sustentar el combustible, la alimentación y sus víveres.
“Es necesario (el proyecto) para las viudas, las huérfanas… Si se terminan (las taricayas), ¿de qué van a trabajar estas mujeres?”, declaró a Efe Balbina, de 50 años.
Pese a las circunstancias desfavorables, con este bionegocio, Balbina es un modelo para otras mujeres de su pueblo, pues es la primera mujer que lidera una asociación en esta zona de la selva peruana, donde históricamente han desarrollado un rol con poco protagonismo.
Repoblar taricayas
El trabajo consiste en recoger los huevos de taricaya en las orillas del lago Rimachi, ubicado a escasos minutos por río de la comunidad de Musa Karusha. Luego, los trasladan hasta las 20 playas artificiales que construyeron en su campamento, los siembran y cuidan las nidadas incubadas por unos 70 días, que es el tiempo estimado que demoran en nacer las tortugas. Una vez salen de su cascarón, el 50% se vende a comerciantes formales de la ciudad de Iquitos, que exportan los animales hacia el continente asiático, principalmente, y la otra mitad se retorna al lago para impulsar el repoblamiento y la conservación de este quelonio acuático.
Mantener el equilibrio entre el aprovechamiento y la preservación de estos reptiles es clave para esta especie de tortuga, una de las de mayor tamaño en la cuenca del Amazonas y que se encuentra clasificada como vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. El consumo humano sin control es la mayor amenaza contra este animal, muy valorado tanto por su carne como por sus huevos.
“Si lo vendemos todo, se acaban las taricayas”, señaló Balbina, quien agregó que, más allá de la comercialización de las tortugas, su asociación también saca provecho de la venta de los huevos “no viables”, es decir, de aquellos que no son aptos para la siembra, pero en cambio se consumen como alimento en la zona.
El Proyecto Humedales del Datem busca mejorar las capacidades de resiliencia de comunidades indígenas que viven en ecosistemas de humedales ricos en reservas de carbono en la provincia Datem del Marañón, Loreto; así como mejorar sus medios de vida y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero causada por la deforestación.
Con información de EFE