Foto: Profonanpe
En un contexto de creciente degradación ambiental que revela la pérdida o degradación del 95% de los bosques secos de Perú, reconocer el valor integral del algarrobo es clave para asegurar la salud de este ecosistema único y el bienestar de las comunidades que dependen de él.
El algarrobo, además de sustentar a una enorme diversidad de especies, desde aves endémicas hasta mamíferos, reptiles e insectos, también mejora la fertilidad del suelo, ayuda a conservar el agua y sostiene prácticas ancestrales y medios de vida locales. Siendo una de las especies más importantes y representativas del bosque seco, el algarrobo cumple un papel clave gracias a los múltiples beneficios que ofrece. Sus flores, frutos y hojas son fuente de alimento para muchas especies, y brinda también sombra y refugio, ayudando a que otras especies sobrevivan en condiciones de calor extremo. Por su capacidad de fijar nitrógeno en el suelo, ayuda a mejorar su fertilidad, favoreciendo el crecimiento de otras plantas. También cuenta con raíces profundas que ayudan a conservar la humedad del suelo y a prevenir la desertificación, lo que lo convierte en un pilar para mantener el equilibrio ecológico.
Un refugio para muchas especies
El algarrobo es el hogar y sustento de muchas especies, como el Hornero del Pacífico (Furnarius cinnamomeus) que construye sus nidos en él; el Turtupilín (Pyrocephalus rubinus) que se posa y anida en sus ramas, o el Cortarramas peruano (Phytotoma raimondii) que se alimenta de sus brotes. Otras aves como la Pava aliblanca (Penelope albipennis) y el Perico esmeralda (Forpus coelestis) consumen sus semillas.
También mamíferos como el Zorro costeño (Lycalopex sechurae) buscan refugio en sus bosques y comen sus frutos. El Venado gris (Odocoileus virginianus peruvianus) se alimenta de sus hojas y vainas, y roedores como la rata silvestre (Necromys urichi) lo usan como hogar y fuente de alimento.
Por otro lado, las abejas nativas se alimentan de sus flores y así polinizan sus flores, mientras escarabajos y hormigas colaboran con la dispersión de sus semillas. También reptiles y anfibios también dependen de este árbol: la iguana del noroeste peruano (Iguana iguana) se alimenta de sus hojas, mientras que la boa arcoíris (Epicrates cenchria) caza a las especies que se acercan a él.
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Un árbol que convive con otras plantas
Alrededor del algarrobo también crecen otras especies vegetales. Algunas, como las lianas y bejucos, se apoyan en él para alcanzar la luz, mientras las Cactáceas como la tuna (Opuntia spp.) crecen cerca aprovechando el entorno, al igual que gramíneas y leguminosas también prosperan gracias al suelo fértil que genera la hojarasca del Algarrobo. También lo acompañan árboles como el Zapote (Capparis scabrida) y el Hualtaco (Loxopterygium huasango), que enriquecen la diversidad del bosque.
Un recurso vital para las comunidades
Además de su valor ecológico, el algarrobo (Neptuma pallida) es muy importante para las familias que viven en el bosque seco. La vaina de algarroba, único fruto de este árbol, se usa para diversas actividades económicas que ayudan a mejorar la vida de estas comunidades.
Entre los derivados más conocidos están la harina de algarroba, rica en nutrientes, y el “café” de algarroba, que se obtiene al tostar sus vainas, y al macerarlo con aguardiente de caña se elabora un licor.. Además, con el hervor de las vainas se prepara el tradicional Aguamiel o Yupisin, una bebida ancestral de la zona, y mediante un proceso especial se produce la famosa algarrobina, usada en repostería y bebidas. Las vainas también sirven como forraje para alimentar ganado en zonas áridas.
En la agricultura, el algarrobo favorece el crecimiento de los cultivos y pastizales y su madera es muy valorada para fabricar muebles, artesanías y carbón vegetal, generando empleo e ingresos para muchas familias.
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Aliado del medio ambiente y el ecoturismo
El algarrobo también es esencial para conservar el bosque seco, porque ayuda a prevenir la desertificación, protege los suelos y favorece la recarga de acuíferos al permitir una mejor infiltración del agua de lluvia. En épocas de lluvias intensas, sus copas amortiguan la caída del agua, reduciendo la erosión y la escorrentía.
Además, los bosques de algarrobo tienen un gran potencial para el ecoturismo, ya que atraen a visitantes interesados en observar la vida silvestre y disfrutar del paisaje, promoviendo una economía sostenible.
Sobre el proyecto “Bosque Seco de la Costa Norte del Perú”
El proyecto Bosque Seco es liderado por el @Ministerio del Ambiente – Perú con el financiamiento del @Global Environment Facility (GEF). Cuenta con el apoyo del @Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego, @FAO, @IUCN – Unión Internacional para la conservación de la naturaleza y @Profonanpe.